¿QUÉ ME LLEVÓ A TERAPIA?
El cuerpo se encarga, espera paciente a encontrar una grieta por la que poder entrar y susurrarte que ya basta.
Y si el susurro no es suficiente, subirá la intensidad hasta que le escuches.
Durante mucho tiempo me creí víctima de mi situación. Creía que esta era la vida, y que no había nada que hacer al respecto.
Me veía estancada, siguiendo unos patrones pre-establecidos y muy exigentes que me llevaban una y otra vez a revivir las mismas vivencias desagradables.
Aunque a una parte de mi no le convencían del todo estos patrones, otra, los seguía eligiendo porque le daban seguridad. Es lo que había conocido hasta entonces, y me convencía de que "funcionaban suficientemente bien":
"No expreses eso que sientes"
"No muestres tu dolor a otros"
"Esfuérzate y se perfecta, siempre puedes más"
"No disfrutes o hazlo, pero después, cuando ya estés tan cansada que ni lo aprecies"
Fue mi cuerpo el que, superando los laberintos de mi mente y la rigidez de mis creencias, empezó a hablar, a mostrarse cansado, dolido y en desacuerdo con cómo estábamos llevando nuestra vida.
Hoy te diría que fue gracias a el y a sus señales inconfundibles que comencé mi proceso terapéutico.
. . . Y ME RENDÍ . . .
Abandoné la rigidez, dejé que me atravesara soltando todas las resistencias de las que fui capaz, y poco a poco fui incorporando los permisos necesarios para cambiar y acercarme hacia lo que para mi tenía sentido.
Independientemente que esto fuera lo que se esperara o no de mi.
Hoy mis prioridades son otras, las he escogido yo; las cambio cuando lo necesito. Juego, disfruto, me equivoco, me perdono y me sostengo, me vivo en paz.
Y me encantaría ayudarte a que lograras lo mismo.